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"Para quienes tomamos mate cada mañana en el inmenso territorio de Paraguay, Bolivia, Argentina, Chile, sur de Brasil y Uruguay (territorio cultural infinitamente más antiguo que las fronteras que se inventaron para fragmentarlo), el mate es una milenaria tradición fuertemente ritualizada, que involucra un conjunto de valores y sentidos que sólo quien este "iniciado" conoce plenamente...
... todos conocemos el Espíritu del mate. Es el espíritu del encuentro humano liso y llano, a corazón abierto. Si usted quiere tener una conversación de esas sin tiempo, donde sincerarse y decir cosas que a veces es difícil, es mucho mejor si se comparte un mate. Es el espíritu de la cosa cálida que se entrega porque sí, sin esperar nada a cambio, y que por eso trasciende toda diferencia social, económica, o de niveles de instrucción. El mate es una forma ritualizada de establecer vínculo humano, a nuestro modo: chiquito y sin espectacularidad, un instrumento de diálogo y encuentro, llano y fraterno. Es un puente simbólico capaz de promover el reencuentro: si usted está disgustado o disgustada con alguien pero quiere restablecer el vínculo, cébele un mate y verá. En el mate habita el Espíritu de un modo propiamente nuestro de vincularnos socialmente, de establecer territorio de identidad a partir de nuestra diferencias. Hay en él toda una utopía social implícita, que ha resistido milenios intacta, pese a los embates permanentes de la Iglesia, que prohibió su consumo repetidas veces, incluso amenazando con la excomunión. Y la de los académicos europeos, que han señalado por décadas que el mate es una fuente de enfermedades contagiosas, infecciones mortales y cáncer de garganta. Y sin embargo el mate ha cambiado constantemente. Los charrúas tomaban mate sin bombilla, filtrando la yerba con los dientes. La bombilla es un invento posterior a la llegada de los misioneros, que entendían que con ella se hacía más " higiénico". Las primeras eran de caña. Después se hicieron de metal, más durable y apta para materos y materas de ciudad.
Si bien la tecnología del termo fue apropiada para materos y materas orientales desde que el termo existe, como forma de posibilitar su movilidad, al menos en Montevideo esa apropiación no fue notoria sino hasta fines de la década de los ´70 y principios de los´80 cuando, mucho más masivamente que hasta entonces, la gente comenzó a salir a la calle a tomar mate. Era una forma de reafirmar la identidad solidaria, como marcando la condena final a la dictadura militar.
El mate también es un elemento de resistencia. La adopción del termo no es sino un cambio necesario para "sacar el fogón a la calle", y transformarlo en una manera de decirnos todos y todas que una dictadura entera no pudo acabar con nuestra manera de ser pueblo".
Extraído de " Historias mágicas del Uruguay interior".
Néstor Ganduglia.